martes, 6 de enero de 2015

nunca fui buena para los títulos

Lunes. Estoy en la terraza escuchando música con el iPod conectado al ampli. Gran inversión. Bajo las escaleras. Papá habla por teléfono de un tema que no entiendo bien. "Cosas de adultos", pienso. Imagino que si un nene me escuchase hablando con mis amigos sobre el CBC pensaría lo mismo: "Cosas de adultos". Qué garrón.

Ahora papá habla de autos. Conversaciones horribles que mantienen los hermanos hombres heterosexuales por convención social. Fútbol, política, autos, a veces minas si hay confianza. Entre mi papá y mi tío no sé si hay confianza, creo que no.

Mientras, hago mate. Y pienso que hoy va a haber luna llena. Pienso que hoy podría grabar algún tema mío, no sé bien para qué, porque no quiero publicar temas míos. O al menos quiero hacer un disco, grabarlo piola y después subirlo. No sé igual, todavía no superé esa barrera emocional de "hola, mirá, escribí esto y quería mostrárselo a todo el mundo, que es más o menos como ponerme en bolas en la nueve de julio después de alguna fiesta de putos" miedo, pavor, caos.

Mi fiesta de putos cambió de lugar. Igual no sé si voy a poder entrar porque habían dicho que había que tener dni actualizado y 2015 y blabla cosas de adultos. Tendré que esperar hasta abril. O ingeniármelas. No sé, por ahora espero.

Me fui a ver la luna llena. Antes de eso, grabé el tema, leí cortázar y benedetti, me puse a hablar de rayuela con mica que estaba empastillada, me puse sensible, hablamos del capítulo 93 -que para colmo es el que había citado yo en la canción-, me puse más sensible, puente de un solo lado y no estás en mí y no sos mía y la puta que te parió julio. Ahí, con todo eso encima, me fui a ver la luna. La vi con esa luz propia que en realidad no es propia sino del Sol, y no aguanté más y lloré un poquito. Lágrimas discretas, las que logro generalmente. Envidio a la gente que puede llorar a moco tendido como si no hubiera un mañana. No, igual no los envidio. Son unos ridículos, aprendan a llorar sin tanto espamento que al fin y a cabo llorar se llora para uno mismo. Llorar para los demás es psicopatear.

Le saqué fotos a la luna, me fui. Escuché Reservado. Comí tarde, como a la 1 de la madrugada. Hablé con mamá, hacía mucho que no charlábamos. Le dije que me molestaba muchísimo ser tan racional, pensar todo mil veces, me contestó "já, eso lo heredaste de mí", como si fuese de alguna ayuda, como si el sentirme acompañada en esta máquina insoportable de pensar constantemente fuera algo productivo. Igual sí, me ayudó. Le conté algún que otro de mis quilombos emocionales y terminamos hablando de los roles de género, ¿Qué soy boluda, Harvey Milk?

Me habló de dormir mejor, de acostarme más temprano. Le contesté que ayer estuve 3 horas dando vueltas en la cama, omití la parte engorrosa de los abrazos a la almohada y pensar cosas lindas e imposibles y esas cosas que hace la gente -sola- cuando no se puede dormir.

Mejor me voy a intentar dormir.



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