domingo, 21 de abril de 2013

sabiendo que el resultado siempre es darme la cabeza contra la pared


feliz cumple.

-pensá que van a pasar unos años hasta que vuelva a caer domingo, tranqui. Es una vez cada tanto.-

era obvio que ibas a terminarlo así.

lunes, 15 de abril de 2013

ya estoy bien, ya me ordené en mi desorden

domingo, 14 de abril de 2013

Amor off

Amor es dedicarle "brick by brick" a la persona que alguna vez le dedicaste "pei pa koa" o "because".

Engloba todo eso. 

sábado, 13 de abril de 2013

te estás perdiendo el sol! da una vuelta y enfrentate con tu luz. 


Volver a mí.

Hola.

Creo que estuve haciendo cosas de mierda últimamente. Tengo que parar un poco.


Hoy se me dio por hacer memoria. Sí, básicamente soy masoquista. Pero quería entender: ¿Cómo empezó? ¿Cómo me sentía en los distintos momentos? ¿Cuándo se empezó a ir todo al carajo?

El blog fue de gran ayuda para entender todo esto. Y otra tanta gente fue de gran ayuda para hacerme entender que estoy haciendo algunas boludeces.

gracias.
prometo armar de nuevo. 
¿amar de nuevo?

por lo pronto armar de nuevo.
tiene una mirada ebria de palabras y poesías.

viernes, 12 de abril de 2013

manual para discapacitados emocionales [@Zabodice]


"Odio estas cosas. ¿Qué es lo que está incluído en esta inmadura división de bienes? ¿Qué hacemos con la tenencia de los amigos en común? ¿Con los lugares y las bandas que nos presentamos? ¿Y con los recuerdos? Me encantaría pedirle que me devuelva La Pecera. Que me devuelva la sensación de que al estar entrando ahí lo estoy haciendo a mi casa y no a ese lugar donde comenzó todo esto. Necesito que me devuelva la coherencia de mis amigos, de aquellos que creen que soy yo el equivocado. Necesito que me devuelva la capacidad de poner un rollo de papel higiénico en el baño y no intentar relacionarlo con algún momento feliz que hayamos pasado juntos. Relaciono cualquier cosa pelotuda de la vida diaria con #YaSabemosQuien. Me pregunto si algún día entenderé que así de oscuro no debería ser el amor. Me mal acostumbré a esperar lo peor de la persona a quien intenté darle lo mejor desde el día en que nos conocimos."


-Tomá, es para vos. Feliz navidad adelantada.
-¿Y esta caja?
-Son todas las películas y discos que nunca más voy a poder volver a ver o escuchar. Son tuyos.
-No puedo aceptarte esto, Zabito.
-Bueno, se van a la basura entonces.
-¡Pará, loco de mierda! Está bien, dámela. Me la llevo, pero solo para guardarla.
-Hacé lo que quieras, no me importa.
-La caja te la voy a devolver así como me la estás dando el día que vuelvas a estar bien.
-No la pongas en un lugar con mucha humedad entonces, va a pasar un tiempo bastante largo.
-Sí, ya sé, pero cuando salgas de ese lugar oscuro en el que estás hoy, vas a querer reencontrarte con todo lo que en algún momento supiste disfrutar.



A la mierda por un rato la amistad.
no admito semejante hostilidad.

Me iré a la cama enfermo de ira. 



[pero por otro lado:qué lindo saber que siempre está la misma gente con la espada del recelo, para que mi espalda no conozca el suelo.]

nota mental

Ir a ver una banda con un amigo que no ves hace mucho. Salir un rato, despejarte. Dejar de encerrarte en lo mismo. Incorporar los consejos que te dieron. Seguir escribiendo. Dejar de escuchar canciones de mierda. Largar toda esa bronca, impotencia o lo que mierda sea que tenés encima.

Alejarte.
Alejarte.Alejarte. 

Repetí esa palabra de mierda hasta que puedas meterla en tu cabeza. 


Aprendemos.

Cuando nos pasa algo malo, aprendemos. Aprendemos a confiar, a dejar de hacerlo. Aprendemos a darle importancia a algunas cosas y otras no. Aprendemos cómo son las personas. Aprendemos cómo reaccionan. Cómo son. Su madurez. Porque la forma en que alguien enfrenta a los problemas determina en gran medida lo que esa persona es. 


Pero hay cosas que no aprendemos. No aprendemos cuando nos dicen "es lo mejor". No aprendemos a escuchar a personas que pasaron por lo mismo. Somos tercos. ¿Tercos? Somos pelotudos. Sabemos que siempre vamos a volver a lo mismo. Nos creemos seguros, pero evidentemente volver siempre a lo mismo nos demuestra nuestra inseguridad, nuestras ganas -¿inconscientes?- de hacernos mierda. Sabemos que vamos a volver a darnos siempre contra la pared. Que al final del día vamos a tener esas incontenibles ganas de llorar. Sabemos que podemos evitarlas, que "mañana puede ser mejor". Pero no intentamos hacer nada para cambiarlo. Y vuelve siempre la misma impotencia de no haber hecho nada para cambiarlo. Vuelve la misma impotencia de haber hecho lo mismo de siempre. 

Vuelve la impotencia de no pensar en nosotros mismos. 


busco el amor cuando hay soledades, cuando necesito un espacio con aire. Para respirar aunque sea un segundo, para pensar que quizás en el mundo los discapacitados emocionales superamos problemas cual seres normales. 

jueves, 11 de abril de 2013

cortala, con vos siempre lo mismo

Diciendo "acá se besaron", ¡pero allá se pelearon! ¿Vos te acordás de lo bueno pero nunca de lo malo?

martes, 9 de abril de 2013

No, nada [@Zabodice]


Finalmente, después de mu­cho tiempo perdemos el miedo y logramos decirle la frase más temida por la humani­dad. La frase que logra hacernos visualizar todas las cagadas que nos mandamos desde el día que nacimos: “Tenemos que hablar”. 
La otra persona sabe que lo que se viene no es bueno. Nun­ca habíamos “tenido” que hablar hasta el momento, hablábamos porque sucedía, porque lo disfru­tábamos. El “tener” que hablar implica la obligación de tratar un tema que nos resulta imposible seguir ignorando. Su cara es una mezcla de miedo e incertidumbre. No tiene la menor idea sobre qué queremos hablar, pero sabe que no va a tener la razón y eso ya le genera bronca. El que propone hablar lleva la delantera. 
Lo ensayamos ¿Pero por qué? Porque no es fácil. Cada vez que estuvimos en frente suyo todo lo analizado perdió peso. Pensamos: “¿Es tan importante decirle todo esto que me molesta?”. Es impor­tante, pero sin querer volvemos a dejar de pensar en nosotros, como de costumbre. Volvemos a justifi­car cada actitud de mierda. Nos convencemos de que en nuestra historia de amor nos vinieron a rescatar para llevarnos a vivir felices por siempre cuando en realidad nos confinaron a vivir dentro de un casti­llo de mentiras. Un casti­llo construido por noso­tros mismos. 
Caminamos de una punta a la otra y esperamos que llegue. Repasamos el libreto y tratamos de pen­sar que esta vez no termi­nará en lo mismo de siem­pre. En aquel vacío “perdón, fue sin querer, no lo hago más”. ¿De verdad vale la pena semejante momento de mierda cuando sabe­mos el desenlace? ¿Cuándo sabe­mos que nada va a cambiar? ¿Cuán­do sabemos que nosotros vamos a volver a per­mitir que nada cambie? 
Entonces llega. Tratamos de mantener una actitud neutra mien­tras le decimos: “Pasá, sentate”. Somos como los protagonistas de la canción “How to save a life”, de The Fray, salvo por la par­te en la que comienzan a gritarse. Sabemos que no podemos levan­tar la voz. No pode­mos hacer nada para que se sienta mal. So­mos como esos pa­dres que son contro­lados por sus hijos. Lo nuestro es un vínculo enfermo, de otra ma­nera no se puede ex­plicar que nos cueste tanto hacer enfren­tar al otro con su error. Convertimos su error en nuestro error. Nos hace­mos cargo de crímenes que no cometimos y aceptamos la condena: una vida llena de falsos “estamos muy bien juntos”. 
Llega el momento de la fun­ción. Tenemos el guión ensayado, el público frente a nosotros y la es­cena montada para que la crítica nos aplauda de pie. Pero entonces el pánico escénico nos invade una vez más y no nos queda otra que dar de baja el espectáculo antes de su estreno con nuestro latigui­llo más gastado: “No, nada”. La otra persona atónita nos pregun­tará si estamos seguros. “Sí, tran­qui. Dejá, ya fue”. 
Ojalá dentro de poco poda­mos decirle que lo nuestro es lo que “ya fue”.


La música que escuchan todos [@Zabodice]


Cuando recién conocemos a una persona usamos un formulario predeterminado. Ese en el que se encuentran las típicas preguntas. “¿Cómo te llamas?”, “¿De dónde sos?”, “¿Cuántos años tenes?”, “¿Qué haces por acá?”. Esa metralleta de inquietudes terminan siendo simples formalismos que estamos obligados a utilizar para no parecer unos locos de mierda. A veces me gustaría poder ir por la calle y decirle de la nada a alguien “¿qué música escuchas?”. Según su respuesta tal vez me interese saber cómo se llama, de donde es, cuántos años tiene, o que hacía pasando por ahí en ese momento. La música nos define.
No debería ser tan raro darle tanta importancia a la música que escucha el otro. Si hay gente que evita discutir conmigo de política por mis opiniones ¿por qué no puedo yo evitar a una persona por los discos que influyeron en su vida? ¿Cómo podría iniciar una verdadera amistad o relación con una persona a la que los Beatles no le parecen “una gran cosa”? Hay personas que no tienen un disco favorito. Hay personas que no tienen una banda favorita. Hasta hay personas que nunca se emocionaron viendo un show en vivo ¿Soy al único que le parece que las vidas de estas personas probablemente sean horribles? 
Si vivís sin poder sentir la música es porque algo muy malo hiciste en tu vida anterior. Lamento ser yo quien te lo diga. Probablemente ya lo sepas. Es muy fácil distinguirte, sos esa persona que cuando le preguntan que escucha se apura a decir “un poco de todo”. Ojo, a no confundir, hay gente que realmente escucha “un poco de todo”, es fácil distinguirlos porque inmediatamente después de esa frase comienzan a enumerar con emoción un millón de bandas. No lo hacen para presumir su conocimiento, sino para compartirlo y disfrutar de la coincidencia. 
También existen quienes intentan mostrar superación para ocultar la vergüenza de nunca haber encontrado su canción. Esos que te dicen “no escucho mucha música, soy más de ver películas” como si fuera algo parecido. Por más cinéfilo que alguien pueda ser, ¿se imaginan estar días, semanas, meses viendo la misma película porque les voló la cabeza?, ¿se imaginan viendo la misma escena en un loop eterno? Son dos artes, pero tienen significados diferentes en la vida.
Uno podría contar su vida en discos. Si hablara con una persona y me dijera que escuchaba cuando tenía ocho años podría describir perfectamente a sus padres y la educación que le dieron. Si me contara a que recitales iba durante su adolescencia podría decirle sus calificaciones en el secundario, como era su grupo de amigos y si la persona que le gustaba le daba bola o no. Si me contara cuando se volcó a los cantautores le podría decir “está todo bien, todos alguna vez tuvimos un corazón roto”. Si me contara a que edad el Flaco dejó de parecerle un plomazo para disfrutarlo como la poesía más soberbia que dio este país, sabría cuando maduró.
A veces me gustaría ser un loco de mierda. A veces me gustaría que perdamos menos el tiempo.

lunes, 8 de abril de 2013

random 6

¿siempre voy a volver a esa búsqueda interna? 
¿Es algo que me tiene que pasar, cada tanto?

no sé, no entiendo bien.
lo que sí sé es que estoy un poco mejor
-hay cosas que te ayudan a vivir, diría fito-

esto creo que va a ser un random
por la forma en que lo estoy escribiendo...

el recital de ntvg fue increíble, no me canso de decirlo.
ntvg siempre es increíble. Es caer siempre a lo mismo: la banda de mi vida

pasaron muchas bandas en el medio, eh. Muchas. 
Pero me producen algo que no sé explicar bien, que hacen que no dude ni un minuto.

-siempre se volverá al primer amor-

¿Escuchar Sabina delata mi situación actual?

no pidas perdón. 

tengo que volver a buscarme, a rescatarme.

tengo que volver a mí. 


del 1 al "me pongo feliz porque el martes tengo la admisión con la psicóloga" que tan hasta las pelotas estás?
¿será solo mi torpeza o será mi forma de andar?
no pude seguir tus pasos.
Me fui cayendo a pedazos,
sólo quedaron retazos y no los pude juntar.

sábado, 6 de abril de 2013

Para mí siempre hay otra canción

Hola. Hacía mucho que no escribo. Y esta entrada tampoco va a ser demasiado productiva, creo.

Comienza una etapa de catarsis, de composición. De fragilidad. 
¿de fragilidad? todas las etapas son de fragilidad, por el simple hecho de que somos frágiles.

Y lamentablemente siempre van a estar esas situaciones que nos recuerden lo frágiles que somos. No, lamentablemente no. Son necesarias esas situaciones. Para entender un poco más quiénes somos, y a dónde vamos. 

Me sorprende día a día -y me sorprende gratamente- lo liberador de escribir. Ayer estaba mal, muy mal. Y escribí una canción. Y sentí que una parte de mí quedó ahí. Me saqué un peso de encima. Tampoco voy a decir que componer solucionó completamente el problema, pero lo transformó. Transformó la mierda en poesía.

Porque creo que la poesía es un poco eso, ¿no? Transformar esos sentimientos de mierda en algo un poco más lindo, o por lo menos algo más estético.

Porque para nosotros: los conflictuaditos, los "está todo bien"; escribir significa mucho. Significa hablar. Contar lo que nos pasa. 

Bendita sea la escritura. Que nos seca las lágrimas y las transforma en estrofas.

-upa, alta frase.- 

Me voy a escribirla.