miércoles, 6 de febrero de 2013

Lo extraordinario.

Que nos hacen tener grandes expectativas, no es una novedad. Pero no sólo eso. A lo largo del tiempo, se fueron creando ciertos prejuicios y modelos de personas, tanto en hombres como en mujeres. En el caso de la mujer, debía estar todo el tiempo pendiente de las necesidades del hombre, casi sin preocuparse por sí misma. Y en el caso del hombre, debía proteger a toda costa a su familia, debía ser el que trabaje, el que nunca llora, el que sostiene de alguna forma todo lo que tiene a su alrededor. 

Con el tiempo esos prejuicios fueron dejando de existir -aunque aún hoy quedan vestigios-.

Nos enseñaron siempre que las demostraciones de amor debían ser extraordinarias. "te bajaría el cielo" y ese tipo de cursilerías. Incluso en las películas. ¿Cuántas veces vimos películas en las que una de las dos personas moría por la otra? O hasta gente que esperaba toda su vida a otra gente.

Nos hacen creer que vivir en la melancolía es sano. Que una persona que espera por 20, 30, 40 años a otra demuestra lo que es "el verdadero amor". 

Y ese tipo de "presiones" o prototipos, influyen día a día. Porque a veces nos hacen creer que para demostrar afecto, debemos hacer cosas extraordinarias. 

Seré jodida, pero soy partidaria de las simplezas. A veces un abrazo basta, a veces un silencio basta. A veces una sonrisa es suficiente. A veces el sólo hecho de respetar al otro es uno de los mayores actos de amor. 

Y no es nada extraordinario, ¿no? sería un peliculón. 


Soy partidaria de lo cotidiano, mejor dicho. 

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