miércoles, 27 de febrero de 2013

Entrega especial IV


IV

Sandoval se despidió del comisario y se dirigió a su casa. Necesitaba tiempo para ordenar su cabeza, para poder encontrar algún hilo conductor o alguna lógica que lo ayude a dar con el asesino. Abrió la puerta y se encontró sorprendido ante el desastre que había hecho Felipe. –Gato de mierda, no te puedo dejar ni un rato solo- Gruñó y se fue a servir un whisky. El whisky lo ayuda a pensar. 

Había logrado llevarse algunas fotos de la escena del crimen sin que Rengato se entere. Las colgó y comenzó a observar detenidamente. Allí estaban las víctimas, sentadas.
- ¿Sentadas? Eso también es un poco extraño. Qué raro que el comisario no lo haya visto. Además, se nota que intentaron poner a las víctimas en una postura firme, como si tuvieran que cumplir con algún reglamento-

El detective seguía dando vueltas alrededor de varias preguntas. ¿Por qué pibes tan jóvenes? ¿Por qué compartían el mismo trabajo? ¿Por qué ese peculiar arma homicida? ¿Qué tiene que ver la manzana en todo esto?

Sandoval se preparó un sándwich mientras rondaba por varios canales de televisión. Trató de mantener la cabeza en otra cosa, y luego de un par de cigarrillos, se fue a dormir.

O a intentar dormir, mejor dicho.

No paró de darle vueltas al asunto, hasta que logró conciliar el sueño. A las 6 de la mañana, despertó sobresaltado. Había tenido un sueño extraño, en el que se encontraba con sus compañeros de colegio. Lo peculiar, es que todos tenían la cara desfigurada, o mejor dicho ninguno se parecía a las fotos más actuales que había visto de ellos; pero tenían las voces de sus compañeros. –Bueno, los años nos pegan a todos- pensó. De repente, se sobresaltó. -¿Cómo carajo no lo pensé antes? ¡La manzana, bien de chupamedias! ¡La postura firme! Tengo que hablar urgente con Rengato. Se va a caer de culo cuando le cuente.-

Sandoval intentó levantarse de la cama, pero fue inútil.  

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