Y estás ahí, como en un round. Es rara la sensación. Sabés que tenés que pegar, tenés que hacer algo porque sino vas a recibir una piña. Y sabés que una de esas piñas pueden dejarte dando vueltas. Pero primero intentás hacer movimientos defensivos, no sabés bien para qué. Tal vez sea mejor esperar y dar el golpe justo, en lugar de tirar 394032 piñas al aire.
Te encontrás de repente buscando trucos. Trucos que no conocías, que nunca necesitaste conocer porque antes era todo más fácil. No había tanto problema. Las cosas fueron claras, me pasa esto, te pasa lo mismo. Listo.
¿Era todo más fácil?
Tal vez el problema estuvo ahí, qué se yo. Tal vez justamente lo interesante del juego es jugar. Es ese "juego absurdo" del que hablan en el corto de piroyanski. Y caés en la cuenta de que no te permitiste jugar. Nunca. No sabés bien por qué. Pero ahora sí querés jugar, porque vivir es jugar, porque querés volver por el resto. Y ya no esperás que venga la piña. Ya no hacés movimientos defensivos. Porque entendiste que, como dijo un sabio por tu inercia pasional, durmiendo no aprendés nada.
Vení, volá, sentí.
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