Madurar es dejar de usar el blog como diario íntimo. Creo. No. En realidad el hecho de que escriba menos en este blog -o escriba cosas menos dirigidas, puede ser- es porque aprendí. A simbolizar. Porque en un momento no paraba de escribir, porque escribir era la única forma que tenía de decir las cosas. A mis viejos. A mis amigos. A todos. Porque mis "che, leíste la columna de z?" no eran inocentes. Eran casi como un grito de "entendé que esto es una mierda pero no tengo ni puta idea de cómo salir"
La escritura era para mí una especie de grito. Bah, lo sigue siendo. Pero aprendí que no es el único grito que hay que dar.
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